miércoles, 19 de octubre de 2011 Publicado por María García Esperón Posted in

Medidas


Los ojos de entonces, las miradas atónitas que hacían sollozar
como si pelasen en casa del vecino miles de cebollas, los ojos
que nos arrancó de sopetón la vida, son el tributo que ahora
queda por referir. Palabras encontradas, dices, palabras de
consuelo. Hubo quien se perdió en la orilla del pantano para ser
más joven, sin querer, como un iluso invoca favores arrodillado
ante los senos nacientes de la diosa. Palabras, también,
desconcertantes. Desea el extraño que lo empujen al fondo del
infierno, nos hace mucha gracia el coágulo que serena su
mejilla, busca ser grotesco su dolor y a su abrigo regresamos
sanos, y salvos, de la selva. A nuestra edad qué ruin
desesperanza, le responde.

(C) Luis Miguel Rabanal
La casa vieja
Realización: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI