lunes, 3 de diciembre de 2012 Publicado por María García Esperón Posted in

Aguzos



Hay días funestos que nos tiran del pelo
y nos hablan al oído con murmullos soeces,
es cuando cauterizan mejor las heridas.
Conviene estar solo
para acallar estas lenguas, nos apuran a
padecer como demonios sin pronunciar
bien nuestro nombre, nos echan de la sala
como tantos amigos.
Así la flaqueza estira más nuestra piel
y nos ata las manos, quisiste
presenciar de cerca el horror.
Dicen que quema, dicen que el pasado
se asusta contigo y comienza a dar vueltas
el mal de la asfixia,
o sea, el del cuerpo que tuvimos.
Yo puedo discernir esa historia,
asumir la ignominia y callar.
En cambio tú, hombre de pacotilla
y tristezas, retuerces tus sentidos y te haces
preguntas, preguntas como sales de fruta.
Porque para la soledad,
para la intemperie que dibujan para ti
los niños que devuelven sangre y espuma
en este preciso momento
no hay palabras que descifren tu vida.
Has vuelto a mirar.
En Olleir la memoria se agría, esperas
a que ella tienda la sábana más blanca
con los dedos cortados de tu madre, notas
que no está.
A lo mejor nos engañamos
al creer que fuimos un poquitín calamitosos,
hay días dulces para ese regreso.


(C) Luis Miguel Rabanal
Música para torpes
jueves, 7 de junio de 2012 Publicado por María García Esperón Posted in

Tres inhalaciones: Lectura de poemas de Luis Miguel Rabanal


jueves, 24 de mayo de 2012 Publicado por María García Esperón Posted in

Música para torpes



Luis Miguel Rabanal con esta Música para torpes nos pone en las manos un martillo y un cincel para golpear la realidad sin misericordia y esculpir y desbastar su sentido último.
Versos desde el límite que no nos dejan descansar, que nos ponen contra las cuerdas de las verdades que nos arrasan y que, sin nada de preámbulos, como el título del poema inicial, nos urgen a sangrar de las heridas que habíamos olvidado ya.
La existencia se abre paso a través de la palabra de Rabanal para dibujarnos en ella como seres de conciencia a merced de la conciencia: imposible detener la fatalidad pero posible increparla y ponerla a ella también contra sus propias y terribles, inmisericordes cuerdas. (María García Esperón)

OTRA INGRATITUD


Además no lograrías hacerle frente
a la adversidad, masticar el bistec 
para ella y que suspire.
Que ya va siendo hora de recuperar el amor
con palillos, que a veces me suceden
oscuras maravillas que más vale 
no escuchar, que a veces al que tú sabes
no le quedan más escrúpulos 
que desvestirse y al final calderos 
de agua fría por si acaso.
Pero tú no estás, o no te has atrevido 
a representar con pena, 
ante quien corresponda, esa manía 
tan breve y tan secreta de tocar tus labios
para sellar allí diversas proporciones
de deseo.Nadie va a correr en tu defensa,
nadie hoy se acostará a tu lado,
igual que nos traen a la mente caricias
heladas que no dimos.
Y eso porque alguien se consagra
a lavar tus ojos con cautela y a retirar
tus heces sin discreción ninguna,
no quieres nombrar la rabia inmensa
de los días cuando aplazas el ronroneo
que la casa te rinde con hastío.
Pero tú no estás,
no has regresado del terrible esplendor
que dura entre tus manos como un contagio
azul, ni siquiera lo oyes cuando crees dormir
y tu carne se pudre con mágica tibieza.
Pobre estúpido, que del laberinto
atesoras los peores excesos.


(C) Luis Miguel Rabanal

Música para torpes.
Luis Miguel Rabanal
Baile de Sol Ediciones
Tenerife, 2012



lunes, 26 de marzo de 2012 Publicado por María García Esperón

Se oyen pasos, en la voz de Merce Mg



XIII

Se oyen pasos cerca de mi corazón que apenas si conozco.
Se oyen voces de mujer ausente que, sin siquiera palabras, me ha dicho su deseo entrecortado y soberbio.
Se oyen cantos de niño al que recuerdo haber cogido de la mano un día tenebroso, su mirada se parece a las ramas de los árboles por su meticulosa geometría y por su desaliento cálido.
Se oyen entrecortados gritos en la noche y todo es calumnia.
Se oye, cada vez más, la quietud de los muertos: esa predisposición para ser eternamente ajenos y queridos.
Siempre he especulado en que las cosas pequeñas mudan de lugar porque son tan absurdas.
La calle cerrada a los taxis, colegios en llamas que alguien por descuido ilumina al amanecer, las gaviotas tristes...
Se oyen ruidos cuya procedencia no sé, acaso son los hombres en zancos que faltaban por llegar a sostener mi vida.

(C) Luis Miguel Rabanal
Realización y voz: Merce Mg