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martes, 22 de noviembre de 2011 Publicado por María García Esperón Posted in

La Casa Vieja I



La melancolía sube todavía la escalera de la casa, se extiende
en comprender el murmullo irremediable del caos, se aparta
para siempre de ti de un solo abrazo, se disgusta por nada,
hasta es feroz. Quien quiera que fuese el extranjero, aquel
joven personaje que vivía sin del todo vivir, tan a sus anchas
que aún sonroja su ausencia, hoy se hace arduo equivocarlo en
una siesta que no te pertenece. Miserables, nosotros, que
sufrimos a voces la calamidad y el desánimo. Y después vienen
tormentas a entorpecer la noche, cuando uno se cree
desesperado o mudo, y pasan mujeres sin medias a tu lado y las
palabras se borran.


miércoles, 19 de octubre de 2011 Publicado por María García Esperón Posted in

Medidas


Los ojos de entonces, las miradas atónitas que hacían sollozar
como si pelasen en casa del vecino miles de cebollas, los ojos
que nos arrancó de sopetón la vida, son el tributo que ahora
queda por referir. Palabras encontradas, dices, palabras de
consuelo. Hubo quien se perdió en la orilla del pantano para ser
más joven, sin querer, como un iluso invoca favores arrodillado
ante los senos nacientes de la diosa. Palabras, también,
desconcertantes. Desea el extraño que lo empujen al fondo del
infierno, nos hace mucha gracia el coágulo que serena su
mejilla, busca ser grotesco su dolor y a su abrigo regresamos
sanos, y salvos, de la selva. A nuestra edad qué ruin
desesperanza, le responde.

(C) Luis Miguel Rabanal
La casa vieja
Realización: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI
viernes, 14 de octubre de 2011 Publicado por María García Esperón Posted in

Inicios


Seguramente ocurrió allí y jamás hasta hoy lo supimos. Es cierto que contemplamos desde la lejanía y la ausencia la tonta puesta de sol de otra edad: aquel fastidio por el polvo inenarrable del camino de Ceide y aquel desbarajuste, de verdad y de golpe, con el tiempo por verse uno ya abocado sin querer al dolor. O incluso aquel instante de plácida plenitud donde todo en apariencia sobraba. En ocasiones empacha la memoria como una picadura tan socorrida, y de pronto tan vil, y se aleja de nosotros que la colmamos mucho alguna vez. Aún hoy ponemos nuestra boca en el margen umbrío de la felicidad y contamos, sin llevar, las nubes. Así se fue la vida, nos dijeron.

(C) Luis Miguel Rabanal
La casa vieja
Voz: María García Esperón
Música: L. Einaudi
MMXI